viernes, 4 de septiembre de 2009

VERACRÚZ-TIJUANA-NY, HOY: 21 HRS


Arturo Fuentes. La urbe fantástica

El mundo de Arturo Fuentes son muchos mundos. Universos urbanos que hablan de diversas experiencias visuales, de distinto hallazgos. Sin duda, de encuentros fantásticos que rememoran al viejo Eugène Atget deambulado por la calles de París y enfrentándose a las circunstancias más insólitas: porque he ahí a su diabólica gárgola que se ha posado acechante sobre los viandantes; o su desquiciada muñeca encontrada en cualquier periferia de ciudad; o esa muchachas (maniquís) sin cabeza, tan bien delineadas y tan gélidas. Y ya no digamos su fauna urbana, con esos gansos asesinos y esos gatos a la vuelta de cualquier esquina. La ciudad (las ciudades) que se inventa su mirada son espacios que reconstruyen la cotidianidad urbana en donde los objetos y las bestias conviven de manera estrecha.

Al viejo estilo –de redescubrir los ámbitos en donde transita y que para muchos son invisibles-, Arturo Fuentes se sabe deslumbrar por lo fortuito. Por los externos escenarios urbanos. Aunque también ofrece su visión de los espacios interiores hacia lo apaciblemente hermoso e intimista (esa joven embarazada en medio de un bosque interior; esa joven que pausadamente baila para el espectador). Pero todo indica que su deambular lo lleva a encontrar situaciones desconcertantes: a una novia que ha huido en solitario de una posible atadura y que bien se concatena con es boda semitransparente en la pared, como dos escenas simbólicas de lo fugaz.

Y la noche: esa noche oscura de seres solitarios en cualquier cantina, de antros cargados de fantasmas; y de amaneceres como el del Molino Rojo en donde la vida lo encuentra a uno; de hoteles de paso, siempre indispensables, para rumiar las soledades. La fotografía de Arturo Fuentes más que el mundo de los otros es el mundo de él mismo, de sus sueños y de sus terrores.

José Antonio Rodríguez

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